"El enemigo de mi enemigo es mi amigo", reza un viejo proverbio árabe al que el futuro de la política argentina pondrá a prueba. El escenario de tercios que anticipó Cristina Kirchner, a mediados de mayo del año pasado, cuando bendijo a Sergio Massa para ser el candidato del peronismo hoy casi no existe.

Quienes fueran oposición en su momento, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, encontraron cauce y supieron aliarse para comandar el nuevo gobierno. Mientras, todas las figuras del peronismo abandonaron la cancha y abrieron el tablero para que nuevamente surgiera un líder con representatividad indiscutida.

Es en este escenario que Sergio Massa, quien ya buscó dos veces la presidencia, reaparece con claras señales de querer tomar el estandarte para una nueva batalla. La primera señal de poder fue que la tropa massista se levantara de sus bancas y abandonara la Legislatura bonaerense, si bien se excusaron con una reunión no concedida por el Gobernador, el mensaje fue interpretado.

Al mismo tiempo, el desplante fue hecho a Axel Kicillof, a quien se deduce se le daría la conducción del Partido Justicialista para esta nueva etapa de oposición. Esto se debe a que el Gobernador bonaerense reúne como aliados a los intendentes pejotistas, que buscan voz en la toma de decisiones, y a los movimientos sociales.

En este sentido, la incógnita que ronda sobre Sergio Massa es qué hará si no le dejan la vía libre en su búsqueda de liderar el nuevo rumbo del peronismo. Massa busca la reorganización de Unión por la Patria, de no lograrse, ¿abrirá un Frente Renovador 2.0?.

"La idea es mostrar la territorialidad del Frente Renovador. Es una fuerza que ha crecido en concejales, con intendencias y también se han cosechado buenas relaciones con otros intendentes", expresan desde el Frente.

Por Simón Reyna para latecla.com.ar