El poder da "altura" y ésta suele "marear"

Cuando se llega a un lugar de poder hay que armarse de humildad y llevarla como estandarte. La humildad es una característica que consiste en tener conciencia de nuestras virtudes y defectos y obrar de acuerdo a esto. Es un valor fundamental para convivir armoniosamente en sociedad.

Las personas que actúan con humildad son modestas y sencillas, no tienen complejos de superioridad y respetan profundamente a las personas de su entorno. Es lo opuesto a la soberbia y la arrogancia.

Todos tenemos limitaciones

La humildad verdadera, es manejada sin esfuerzo por la mujer o el hombre y se manifiesta de manera "automática" por el autoconocimiento de saber de qué es capaz, hasta dónde puede llegar, y cuál es su fortaleza y debilidad. Pero, sobre todo, la persona humilde desde su origen, sabe que solo no puede lograr todo lo que se proponga y mucho menos en la función pública.

Nadie es exitoso sin ayuda

No podemos envanecernos con nuestros logros. Ante el éxito, es importante practicar la modestia, no echarle en cara a nadie nuestras conquistas o ser soberbios. La vida está llena de altibajos. A veces estamos arriba, otras veces nos toca ver el panorama desde abajo.

Hoy vemos logros colectivos y, sin embargo, la soberbia, el orgullo y la obsecuencia le sirven en bandeja "a uno solo", los logros de muchos. No es señal de humildad, aun contando con cómplices.

Admitir cuando no sabemos algo

No podemos saberlo todo. A veces nos encontramos en campos o temas que no dominamos, por eso, es importante reconocerlo y pedir a otro que nos explique o nos ayude a entender. En ocasiones, la conciencia de que no sabemos nos lleva, a la larga, a aprender mucho más.

Sin embargo, hoy, en tiempos de pandemia, donde salvo nuestros mayores -algunos- pueden tener conocimiento sobre el manejo, vemos que estamos rodeados de "sabelotodo". Desde los gobiernos hacia abajo, encontramos miles de "expertos" (incluso asesores) que no llevan a cabo otra cosa que osados experimentos.

No tener miedo de equivocarnos

Todos nos podemos equivocar. De hecho, todos nos equivocamos todo el tiempo. Los errores son maestros en la vida, nos enseñan importantes lecciones y nos ayudan a ser mejores.

Debemos estar siempre abiertos a aprender, incluso los adultos podemos aprender de los niños. Y no es una simple frase, sino las enseñanzas de la vida misma que nos ubica a cada uno en su lugar.

Las ganas permanentes de aprender hablan muy bien de nosotros. No lo podemos saber todo, por eso a veces necesitamos leer, consultar o preguntar para enterarnos e informarnos de algunas cosas para alcanzar los objetivos que buscamos. Y eso nos demuestra también que quedamos lejos de asegurarnos el éxito de manera unipersonal.

Equilibrio y modestia

Hay que practicar equilibrio y modestia. Los éxitos traen alegrías, pero no tienen por qué traducirse en arrogancia. Las derrotas a veces pueden resultar frustrantes, pero no por ello debemos dejarnos llevar por la rabia. Ambas situaciones nos enseñan el valor de la humildad: respetar al adversario y valorar nuestro esfuerzo y el del otro.

En este último párrafo hallamos una de las exigencias que los ciudadanos comunes debemos pedir a los hombres y mujeres de la política en el futuro. Que sean amplios, buenos oidores, poco habladores. Pero a todos, no solo a los oficialistas para que hagan, sino para que escuchen con humildad. Y no solo para los opositores, para que critiquen, sino para que oigan a las minorías y saquen propuestas humildes para las soluciones.

Reconocer razones en de humildes

Cuando alguien tiene razón sobre algo, es importante que lo reconozcamos. No siempre somos los que tenemos la razón. Sepamos reconocer el momento en que lo más sensato es darle la razón al otro. Al fin y al cabo, si estamos tras el mismo objetivo y con nuestra idea no la alcanzamos probemos "la otra propuesta", demos participación, cedamos espacio y participación.

Hacer silencio... y escuchar

De la voz más suave, puede salir la propuesta más fuerte. Es importante que siempre estemos dispuestos a escuchar a los demás, sus deseos, necesidades o aspiraciones. No solo porque esta es una forma de conocer más profundamente a las personas, sino porque nos permite a nosotros mismos aprender. Quienes nos rodean siempre tienen aportes válidos, respetemos y escuchemos.

Pedir disculpas si nos equivocamos...

Podemos equivocarnos, obrar mal y afectar a las personas de nuestro entorno. Ser humilde, por lo tanto, también supone saber pedir disculpas, pues no somos perfectos y podemos, de vez en cuando, hacer algo mal. Y más riesgo tenemos ante la tensión de los hechos o el peso de la responsabilidad por las decisiones a tomar.

Esto para las autoridades de gobierno, los hombres de la política mundial que son quienes "nos explican con sapiencia" las "soluciones" que tienen para enfrentar la pandemia es importante, porque dos por tres oímos frases hirientes hacia los oyentes y cuando alguien se las señala, buscan culpables para desligarse de sus propios dichos. No es humildad. Humildad es reconocer y disculparse.

Mucho queda por decir o escribir...

Lo importante de todo esto es que aprendamos que los humanos no estamos programados y que los verdaderos líderes mundiales son los que ganan espacio con inclusión, con reconocimientos, pero por sobre todo con humildad. Nadie conquista el mundo en soledad.

"La humildad es la base de toda grandeza, pues para crecer primero tenemos que aprender que somos pequeños".

jcantero@elfenixdigital.com