Hoy no se vislumbra un panorama claro a nivel pueblos, que nos aliente a tener una salida fuerte de cara al futuro. No hay propuestas confiables. Sí, hay muchas promesas, pero todas (o la mayoría) necesitan de un respaldo económico que hoy no existe.

Vemos que es mucho el dinero que se vuelca en ayudas sociales y no se recupera por la vía productiva. Son muchos los argentinos que hoy están tomando agua de la misma canilla y las bombas extractoras no dan abasto para mantener el servicio que por cierto, demanda mucha presión.

Llevamos casi 5 meses en un camino de ida que no sabemos a dónde nos lleva ni cómo lograremos comenzar a volver. El camino es muy angosto y no nos permite imaginar un giro en "u". O sí, nos imaginamos. En ese giro muchos nos vemos cayendo al precipicio. A ese precipicio que varias veces los argentinos hemos transitado y que por la gracia Divina y la potencia generadora de nuestro país vuelve a resurgir.

Hoy no alcanza con fe, con esperanza y mensajes optimistas o palabras que suenen lindo. Hoy, urgente, estamos necesitando señales claras que alienten a los empresarios a reactivar la producción. Que generen mano de obra, que aumenten las ventas, y tantos que... como puedan ocurrirse. Pero lo triste y desalentador es que para reactivar la producción y que aumenten las ventas tiene que haber dinero en los bolsillos de los argentinos.

Recorriendo historias de música y malos tiempos, encuentro lo que nos ilustra el final de esta nota:

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