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Investigador y referente de la disciplina, el nieto del expresidente radical Arturo Illia será distinguido con el premio Fundación Bunge y Born por su labor científica. "Nuestra generación tiene la responsabilidad de tomar las riendas del siglo XXI", dice a Ámbito.
17 de septiembre de 2022 23:11:00
Galo Soler Illia tiene 52 años, un doctorado en Ciencias Químicas y numerosas distinciones. Su nombre es una referencia en el mundo de las nanociencias; su apellido, Illia, el mismo que llevaba su abuelo Arturo, presidente de Argentina entre 1963 y 1966.
El próximo martes, Soler Illia será distinguido con el prestigioso Premio Fundación Bunge y Born por su liderazgo "indiscutible en temas relacionados con nanociencias, su excelente producción científica y sus numerosas actividades de transferencia tecnológica desarrolladas en el país y en colaboración con prestigiosos investigadores extranjeros", entre otros items.
Antes de ser condecorado, el investigador del Conicet por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) atiende a Ámbito y, en una extensa charla, comparte su visión sobre la revolución de las nanociencias, la educación, la actualidad del país y las oportunidades venideras, además de su interés por la política y la convivencia con el mandato familiar.
Distinción
Periodista: ¿Qué significa recibir el premio Fundación Bunge y Born?
Galo Soler Illia: Para mí es un súper gran honor, porque es un premio muy difícil de obtener, un premio muy tradicional de Argentina y de los más importantes del continente. Imaginate que lo ganó Leloir, lo ganó De Robertis: lo ganó gente muy muy grosa. Yo me he ganado premios que tienen nombres y esos nombres ganaron este premio, así que imaginate. Es la primera vez que se da en mi disciplina, que son las nanociencias. Eso es doblemente importante, porque significa que, de las 3.000 personas que están en nanociencias en Argentina, se consideró que mi trabajo en conjunto es suficientemente importante como para ganarlo. Me convierte en una personalidad destacada dentro de la disciplina.
P.: ¿Por qué se decide premiar a las nanociencias en este momento en particular?
G.S.I.: En este momento, las nanociencias son una revolución científica y tecnología comparable a la biotecnología y a la informática, que fueron las dos últimas grandes revoluciones. Así como en la informática programamos computadoras y en la biotecnología programamos seres vivientes -microbios, células-, en la nanotecnología programamos la materia. La humanidad va tomando control sobre diversas áreas donde antes meramente aprovechaba sus propiedades. La nanotecnología significa el diseño de nuevos materiales, de materia inteligente. Eso es alucinante, nos pone a las puertas de una revolución científico tecnológica.
P.: ¿Qué lugar ocupa hoy Argentina dentro de esa revolución?
G.S.I.: Argentina tiene una comunidad consolidada. Es pequeña y bastante compacta, trabaja muy duramente y tiene mucho ingenio. El investigador argentino típicamente tiene mucho ingenio y pocos medios. En general, somos gente muy aguerrida, muy imaginativa y muy bien formada. Trabajamos con lo que tenemos para hacer lo mejor posible. Teniendo mucho menos medios que otros países, comparativamente estamos bien. Mundialmente somos un país muy emergente en la temática. No obstante, hay buenos avances y hay muchos campos de aplicación específicos en la Argentina que son muy interesantes.
P.: La famosa oportunidad en la crisis.
G.S.I.: Claro, lo que pasa es que el sistema es muy cruel. Al mismo tiempo que vos estás compitiendo con otros países del mundo, en Argentina hacer las cosas es más difícil y los otros países avanzan muy rápido.
P.: ¿Creés que esta distinción podría fomentar el estudio de las nanociencias en la Argentina o animar a científicos a hacerlas su campo de disciplina?
G.S.I.: Quizás sí. Lo que a mí me gustaría sería construir una comunidad científica en el área de las ciencias exactas -físicas, químicas, naturales e ingenierías-. Las nanociencias no son una ciencia en particular, sino que es la convergencia muy armónica entre varias disciplinas diferentes: la química, la física, la ciencia de materiales, la biología, las ingenierías, la medicina. Ahora, últimamente, hasta las ciencias sociales se ocupan del tema. Como la nanotecnología deviene importante, es importante analizar su impacto en la sociedad. Quizá el advenimiento de que se reconozca la importancia de las nanotecnologías como campo, como disciplina, también puede ayudarnos a inyectar interés en que más jóvenes se acerquen y tomen carreras de ciencias exactas, naturales, de ingeniería, y que apunten a ser los nuevos desarrollos nanotecnológicos. Realmente hay un campo inexplorado enorme y maravilloso, con mucha posibilidad de generar riqueza a través de la tecnología, que eso es lo importante para un país como el nuestro.
Nanociencias: oportunidades a futuro
P.: ¿Cómo te parece que se podría imprimir ese interés por las nanociencias en los jóvenes?
G.S.I.: Hay cuestiones de corto y de largo plazo. Algunas requieren una reestructuración de varias maneras de pensar la educación, las ciencias y la tecnología argentina. A corto plazo, por lo menos difundir las actividades. Cuando tuvimos la pandemia, la comunidad de la nanotecnología respondió muy bien y logró hacer los barbijos del Conicet, que fueron un desarrollo conjunto de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de San Martín e investigadores del Conicet con una empresa textil. Eso se hizo rapidísimo porque había capacidades instaladas en los investigadores, había gente dispuesta a trabajar en eso y una empresa que quiso tomar el riesgo. ¿El premio cuál fue? Un barbijo que se vendió de modo récord y que solucionó un problema importante.
Después, hubo varios test argentinos de Covid-19. Algunos funcionaron muy bien. Como corolario de eso, hay varios grupos argentinos trabajando en la producción de vacunas. Muchas de esa vacunas contienen nanotecnología y la usan. Todo eso pasó porque había un montón de gente trabajando en el tema y la crisis del Covid-19 generó una oportunidad. Eso estuvo bien y hubo una buena política del Ministerio de Ciencia en apoyar financieramente esos proyectos. Cuando vos abrís las oportunidades, la comunidad responde.
P.: ¿Qué deudas encontrás hoy en la disciplina en Argentina?
G.S.I.: Un tema es la infraestructura. Me parece que es muy crítico para la nanotecnología. Nos faltan medios de caracterización de materiales y un montón de cuestiones. Hay un tema que es el más importante, a mi juicio, que es el de los recursos humanos. Tendríamos que tener más estudiantes en ingenierías y ciencias que puedan incorporarse a las universidades y centros de investigación pero también a las compañías para generar nuevas tecnologías. Esos estudiantes no los estamos produciendo en suficiente número y a los que producimos no les estamos dando los incentivos para quedarse en el sistema argentino.
P.: ¿Qué se puede hacer en el corto plazo para fomentar este tipo de carreras?
G.S.I.: Desde ya, esto. Que una sociedad tan importante como la Fundación Bunge y Born muestre, como lo está mostrando, el interés en las nanociencias es importante, porque actúa como un galvanizador. Hoy tengo a los chicos de las secundarias queriendo venir a las universidades a ver cómo es esto. En el corto plazo, tenemos que seguir esta difusión, hay muchos grupos muy valiosos. Mi colega María Alejandra Molina es excelente. Es una chica joven, de primera categoría, que trabajó en Alemania; ahora está trabajando en la Universidad de Río Cuarto, que es muy pujante. Ahí hay un ejemplo de que la joven generación está funcionando muy bien. Hay un montón de empresas de chicos investigadores jóvenes que salen de las universidades para dedicarse a generar nuevos productos. Eso se tiene que difundir. Eso les muestra a los chicos que están en la secundaria que es posible seguir una carrera técnica o científica y después ir o poner una empresa y estar a la vanguardia del desarrollo tecnológico. Eso lo tenemos que mostrar.
P.: Pusiste el ejemplo de los barbijos, donde el Estado y el sector privado se potenciaron entre sí. No siempre es así, la convivencia puede ser tensa.
G.S.I.: Generalmente en todos los países ocurre que es el Estado el que financia la mayor parte de la investigación básica. Muchas veces también da créditos y financia el desarrollo inicial, más inmaduro y de mayor riesgo. Son los privados los que después empiezan a mirar y se dan cuenta de que puede ser importante invertir en proyectos que ya vienen un poco más maduros y empieza a tomar forma algo que podría ser redituable. Eso no quiere decir que sean redituables. Los estudios de empresas de base tecnológica surgidas en universidades dicen que el 90% no tienen éxito completo y se reciclan. En el medio, los investigadores aprendieron, los cuadros técnicos adquirieron información, se reforman, hacen otras empresas y así. Eso da un ecosistema muy dinámico
P.: ¿Y en Argentina qué pasa?
G.S.I.: En Argentina tenemos que aprender a ser dinámicos. En la educación superior y en la investigación somos un poquito estáticos. Es de muy alta calidad, en algunos casos, y buena, pero hay que lograr que fluya todo más. Que los investigadores se muevan de una empresa a otra. Las universidades tendrían que competir un poco más en atractivo. Tenemos que ser un poco más modernos, somos un poco anticuados.
P.: ¿Cómo se hace eso?
G.S.I.: Hay que hacer una enorme charla y una enorme revisión de los sistemas de investigación y de las universidades, que es donde se genera el conocimiento. Hay que mirar las instituciones, ver claramente cuál es la misión institucional y dinamizar el sistema. Lo charlé con mucha gente y está de acuerdo, pero es muy difícil. Por ejemplo: ¿por qué una carrera científico tecnológica en Argentina, como una ciencia o una ingeniería, va a demandar casi un 30% más de horas de clases que en el primer mundo? En Argentina estamos en 3.500, 4.200 horas de clases, y en el primer mundo, de clase neta, tenés 2.500. Entonces nuestros estudiantes salen con muy buena formación, pero en lugar de salir en cuatro o cinco años de una carrera, salen en 7 u 8. Cuando hacen un doctorado, ocho más siete, quince. Ya tenés una persona de 30 años que sale con un doctorado. En el exterior, de 26. Esos cuatro años son fundamentales, porque la persona de 26 con un doctorado tiene ya una experiencia en investigación, en generar algo nuevo, y puede entrar a una industria. Una persona de 30 años que ya viene con siete u ocho años de estudio se le complica entrar a una industria. Ya está grande, tiene otras prioridades. Hay que tender un poco más a un sistema más parecido al europeo o al norteamericano, con grados más cortos, donde los jóvenes salen menos cansados.
Dominar la materia
P.: ¿Cómo llegaste vos a las nanociencias?
G.S.I.: Llegué porque siempre me gustó mucho la química inorgánica, que es la química de los elementos. Cuando terminé de cursar esa materia en la carrera de química, entré como ayudante al Departamento de Química Inorgánica en Exactas, en la UBA. Ahí empecé a enseñar lo que me habían enseñado a mí. Luego, lo que fue pasando es que empecé a trabajar en un laboratorio de sólidos inorgánicos, en 1994, donde hacía partículas. No era el auge de la nanotecnología todavía, pero fabricaban partículas chiquititas. Decían "hacemos pelotitas". A mí me encantó la posibilidad de sintetizar un material y que fuera tan lindo de ver en el microscopio electrónico, que fuera tan lindo ver la forma y cómo controlarla me pareció genial. Hice mi tesis en eso y me especialicé en hacer bolitas y ver cómo esas bolitas se convertían en bolas más grande y en cómo evolucionaban químicamente. Me empezó a interesar mucho la manera en que la química actuaba para hacer de un sistema químico un sistema químico mucho más complejo, con formas y tamaños controlados.
P.: En una entrevista dijiste que las nanociencias investigan "mundos simétricos y bellos". ¿De qué se trata esta idea?
G.S.I.: Los átomos, cuando están en una sustancia, vos los tocás podés tocar madera, metal-, pero los átomos mismos, cuando están acomodados en un metal, por ejemplo, están apilados como una pila de naranjas. Las fuerzas son distintas pero el resultado es el mismo. Cuando ves átomos en un microscopio, te recuerda inmediatamente a una pila de naranjas. Yo soy una persona medio rara, me quedo mirando en la frutería las pilas de naranjas y me las imagino como átomos. Esa cuestión de cómo están acomodados, cuál es la simetría, esa belleza que tiene el mundo a esa escala es inconmensurable. Te plantea muchas cosas. Uno cuando mira eso se plantea la fuerza de los átomos, la fuerza de las moléculas, cómo están relacionadas las propiedades con esos acomodamientos espaciales. Ese mundo tiene una poesía y una magia muy especial.
P.: Visto de afuera, la posibilidad de dominar la materia parece un poco mágica.
G.S.I.: Había un viejo químico francés, Marcelino Berthelot, que decía que la química tiene esa creatividad que le permite fabricar el objeto que va a analizar. Vos fabricás tu propio objeto de estudio. Eso es hermoso. Vos creás tu objeto y lo estudiás. Eso es prácticamente como vos decís: es magia. Y Berthelot lo dijo por 1850, un crack. Esa magia me hizo entrar en este mundo y después no pude salir. Es como un mundo infinito; como la Biblioteca de Babel, de Borges, donde están todos los libros escritos y por escribir, y todas las combinaciones posibles que vos puedas hacer.
Familia: Arturo Illia, abuelo de Galo Soler Illia, fue presidente de la Argentina por la Unión Cívica Radical entre 1963 y 1966.
Política y mandato
P.: Pasando al terreno político: sos nieto del expresidente Arturo Illia, ¿cómo es tu vínculo con el apellido?
G.S.I.: Mi abuelo fue una persona que siempre estaba ausente y presente al mismo tiempo. Cuando yo era chico, él estaba siempre de viaje. Yo crecí durante el gobierno militar y él estaba haciendo política. Andaba por todos lados, en comités, en todo el país. De vez en cuando venía a mi casa. Era un tipo alto, imponente; siempre de traje, siempre grave, siempre fumando. Yo lo veía como un personaje, se ocupaba de cosas importantes. Estaban los militares y él hacía política: protegía presos políticos, y un montón de cosas ocultas que nunca sabremos. Al final del proceso, empezamos a visitarlo cuando venía a Buenos Aires -él vivía bastante en Córdoba-.
En 1982, me acuerdo, me asombraba ir por la calle y ver cómo la gente lo saludaba y lo abrazaba. Se empezaba a ver la vuelta de la democracia, se acababa la dictadura. Le decían "gracias, don Arturo"; hacían cola para saludarlo. Cuando él muere -murió en un hospital privado-, una de sus últimas frases fue "¿quién va a pagar todo esto?". No tenía un mango el viejo Illia. No cobraba ni su pensión. Comparalos con los personajes que hemos conocido en estos últimos años. Todo eso te deja una gran mística de devoción por la sociedad, por la Patria. No son palabras vacías, son cuestiones que son muy profundas. Eso le dejó a toda la familia un gran ejemplo. Agradezco haber nacido en una familia que lo tiene a él como referente.
P.: El año pasado fuiste precandidato a diputado por la Ciudad en la lista que encabezó Adolfo Rubinstein. ¿Qué aporte se puede hacer desde la ciencia por la Argentina de hoy?
G.S.I.: Hoy tenemos un 40% de pobres y más de 50% de niños pobres. No solo pobres de pobreza, sino también de espíritu y esperanzas. Cuando vos hablás con algún político, muchas veces te dicen "bueno, pero no podemos invertir en ciencia. No podemos pensar en ciencia porque tenemos que pensar en los pobres". Yo a eso le respondo con una frase de Nehru, primer ministro de India después de su independencia. Nehru decía que muchos de los problemas de pobreza, de insalubridad, de superstición, de apego a creencias que tiran todo para abajo se resuelven con ciencia. Mirando científicamente, tomando datos de la realidad y arreglándola por método científico. Creo que tuvo razón: pese a que India es un país con muchos pobres, hoy es un país que también tiene increíbles oportunidades e industrias florecientes. Es uno de los países que han abrazado la ciencia. Países pobrísimos como Corea, en las mismas cinco o seis décadas que nosotros tenemos una enorme decadencia, invirtiendo en ciencia y tecnología ha hecho un país muy próspero. Entonces creo que la salida es por la ciencia, por la educación.
Eso son los dos bastiones. No pretendo que todo el mundo se haga científico, no vale la pena, pero que al menos nuestros dirigentes sepan que existen metodologías científicas que permiten tomar datos de la realidad y procesarla de acuerdo a leyes que existen, que se saben y que se pueden implementar. Y que el desarrollo de nuevas tecnologías y conocimientos es muy importante, y muy complementario a algo en lo que somos muy ricos, que son los recursos naturales.
P.: ¿Un ejemplo?
G.S.I.: El campo. En el área de la agronomía hay avances increíbles, en muchos de ellos interviene la nanotecnología. Lo que ha hecho Raquel Chan con la soja transgénica para soportar la sequía es maravilloso. Ahí vos tenés oportunidades impresionantes que te dan las ciencias para mejorar los cultivos, la alimentación, el acceso al agua, el ambiente, para hacer minería más sustentable. Hay un montón de desafíos en Argentina que se sustentan en la ciencia. Hay que ir por la ciencia y por el método científico. Fijate el daño que le ha hecho al país ocultar y destruir estadística, por ejemplo. Es un daño a muy largo plazo, del cual todavía no nos hemos dado cuenta.
P.: ¿Cuál es el desafío de las generaciones actuales?
G.S.I.: Nuestra generación tiene una gran responsabilidad de tomar las riendas del siglo XXI, aprovechando estas nuevas tecnologías, educando a nuestros ciudadanos. La educación, la ciencia y la tecnología tendrían que ser las prioridades de un futuro Gobierno. Eso implica revisar muchísimo las instituciones actuales y cómo evaluamos, cómo gestionamos la educación, la ciencia y la tecnología y su impacto en la sociedad.
Fuente Ambito
Por Joaquín Rodríguez Freire
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30/06/2025 12:42:00
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FALLECIO EN B. JUAREZ EL 28/06/25. EDAD: 96 AÑOS. SEPELIO: DIA 29/06/25 HORA : 11.00. RESPONSO: CAPILLA ARDIENTE. VELATORIO: FALUCHO 75. CASA DE DUELO: ITUZAINGO 167
FALLECIO EN B. JUAREZ EL 28/06/25. EDAD: 85 AÑOS. SEPELIO: DIA 29/06/25 HORA : 12.00. RESPONSO: CAPILLA ARDIENTE. VELATORIO: FALUCHO 75. CASA DE DUELO: SGTO . CABRAL 175
FALLECIO EN B. JUAREZ EL 27/06/25. EDAD: 79 AÑOS. SEPELIO: DIA 27/06/25 HORA : 16.30. RESPONSO: IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. VELATORIO: FALUCHO 75. CASA DE DUELO: MORENO 113.
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