"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado."
- Eclesiastés 3:1-2

Hay momentos en los que la vida parece recordarnos que nada es permanente. Que todo -desde los ciclos de la naturaleza hasta nuestras propias emociones y etapas personales- tiene un ritmo, una duración y una razón de ser. A veces, resistimos esos cambios; otras, los aceptamos con gratitud. Pero, en cualquier caso, forman parte del camino.

Recientemente terminé de leer "Abundancia alineada" de la autora británica Emma Mumford, de quien soy fan y he leído todos sus libros porque, además de lo que propone en ellos, el mensaje que deja y las herramientas que brinda al final de cada uno, tiene una sencillez y carisma increíbles.

En este que acabo de terminar, habla sobre las etapas en nuestra vida y las compara con las estaciones del año. Donde cada una de ellas es necesaria para comenzar con la siguiente y así sucesivamente. Y, en varias oportunidades, nos pregunta como lectores: ¿en qué temporada de nuestra vida estamos? Y no se refiere a la adultez, por ejemplo, sino que va más allá: es conocernos a nosotros mismos, si somos esa temporada que estamos viviendo o si simplemente nos dejamos llevar por ella sin gustarnos demasiado.

Como a muchos de Uds. seguramente les sucederá que, a lo largo de la vida, hemos ido cambiando actitudes, gustos, hasta forma de hablar y expresarnos. Y con ello, también de amistades y grupos con los que, en un momento, resonábamos con ellos y, un día descubrimos que ya nada tiene que ver con esa persona que somos ahora.

Lo importante es la actitud que tenemos frente a estos cambios. Es decir, reconocernos a nosotros mismos y sentirnos cómodos con ello o si pretendemos ser alguien más (que deseamos ser) pero que nos aleja de manera abismal de nuestra propia esencia y propósito de vida.

Un ejemplo claro de esto, son los que siguen a determinados influencers porque creer que éstos tienen la verdad de todo y entonces comienzan a actuar, hablar, moverse como ellos, sin darse cuenta de que ellos, lo hacen por dinero y tú, sólo para olvidarte por un momento de tus problemas económicos, crisis existenciales, trabajo que no te gusta, etc.

No digo que esté mal seguir a un influencer, ¡no! Pero sería bueno que eligieras aquel que representa esa versión tuya que tanto deseas alcanzar en la vida. Como mencioné antes, lo importante es que no pierdas tu esencia o la ocultes para aparentar ser quien no eres.

Para convertirnos en esa persona que deseamos ser, debemos dejar atrás pensamientos limitantes o negativos -auto creados o heredados- que, lo único que hacen, es retenernos en nuestra zona de confort y no nos permite avanzar.

Para ello, te propongo, querido lector, que practiques el siguiente ejercicio: cierra los ojos, tomes una inhalación profunda y, al exhalar, imagines a tu versión ideal. Cuantos más detalles le pongas, mejor aún. Visualiza como se viste, camina y como habla. ¿De qué personas se rodea? ¿Se la/o ve contenta/o en esa temporada de su vida? Ve aún más allá y trata de ver: ¿cómo es su vida y su casa? ¿A qué se dedica? ¿Cómo es su lugar de trabajo? ¿Se la/o ve satisfecha/o con lo que hace?

Una vez que hayas finalizado la visualización, para completar este ejercicio, te dejaré unas preguntas que me gustaría que respondieras sinceramente y a conciencia, por escrito para ese yo ideal.

¿Cuál es mi propósito en esta temporada de mi vida?

¿Dónde me siento abrumado/estancado en mi vida?

Y, por último, y tal vez la más difícil de responder:

Si fuera a morir mañana, ¿qué es algo que me entristecería no haber hecho, creado o experimentado?

Si necesitas ayuda para responder las preguntas, no dudes en enviarme un mensaje y, con mucho gusto, te ayudaré con ello.