Se trata de Sofía Jalife, joven oriunda de Benito Juárez, quien actualmente reside en la ciudad de Tandil. Allí se trasladó para estudiar Contaduría y decidió quedarse, desarrollando su actividad laboral y profundizando su camino espiritual.

En diálogo con El Fénix, Sofía compartió cómo fue su acercamiento al yoga y cómo esa práctica la llevó a emprender este profundo viaje personal y formativo.

"Practiqué dos meses yoga y me encantó, al tercer mes ya estaba iniciando el profesorado. En la primera clase ya sentí una conexión muy hermosa con esta disciplina".

Relató sus primeras prácticas y su decisión de estudiar Yoga.

"Venía de estudiar reiki, armonización de chakras y limpiezas con péndulo, cuando incorporaron clases de meditación en mi trabajo. Ahí conocí a Juli, la profe, y con ella se abrió la posibilidad de estudiar yoga, no solo practicarlo, así que sin dudarlo arranqué el profesorado".

En ese proceso, coincidió con una oportunidad inesperada en su ámbito laboral:

"Justo en la empresa donde trabajaba habían puesto clases de meditación en el edificio. Fui a una reunión, me explicaron todo lo del profesorado, y así fue como empecé el profesorado en mi tercer mes de yoga".

Sofía lleva actualmente tres años practicando yoga. Realizó un profesorado de 300 horas, al que luego sumó un posgrado de aproximadamente 200 horas en terapia de Ayurveda, formación que debió interrumpir momentáneamente debido a su viaje a la India.

"Me fui a la India con el objetivo de estudiar yoga, hacer un curso específico que además te da un título internacional. En India estuve 67 días".

Durante su estadía, el primer mes lo pasó en Rishikesh, reconocida mundialmente como una ciudad espiritual y sede de numerosas escuelas de yoga.

"Dormíamos, comíamos y estudiábamos en una escuela. Fue una experiencia hermosa donde teníamos clases durante todo el día con profesores nativos".

Contó que los miércoles y domingos eran días libres, en los que se organizaban excursiones a templos o clases de cocina, aunque ella aprovechaba cada momento para recorrer: "Rishikesh es una parte hermosa de la India, rodeada de selva".

Las jornadas de estudio comenzaban muy temprano:

"Las clases empezaban a las 5:30 de la mañana con Hatha Yoga y terminaban a las 19 horas con meditación, todos los días salvo los de descanso".

Durante ese intenso mes, abordaron múltiples disciplinas:

"Durante la capacitación estudiábamos filosofía, anatomía, alineación, mantras, meditación, Mudras y más. En un mes hice un profesorado de 200 horas, fue muy intenso. En el curso había personas de diferentes edades, hasta más chica que yo, (Desde Tandil viaje con dos mujeres de 52 y 72 años).

Sobre el choque cultural, explicó que en Rishikesh no fue tan marcado:

"La ciudad es muy hermosa. Llena de calles pequeñas, vacas caminando, olores intensos y sabores picantes".

El viaje hasta llegar a destino también fue toda una experiencia: "Fueron casi dos días de viaje. Uno de los vuelos tuvo escala en África y en dos lugares más hasta llegar".

Al arribar a Nueva Delhi, el impacto fue inmediato:

"cuando salimos del aeropuerto fue como que nos abrazó un calor. Desde el avión no se veían los edificios, parecía neblina, pero no lo era, era la contaminación".

Desde allí se trasladaron en taxi hacia Rishikesh.

"La forma de manejar es un caos, todos manejan rápido, usando el celular, pasándose muy cerca, al principio se sentía mucho la adrenalina y luego te acostumbrabas".

Ya instalados en Rishikesh, destacó la contención del lugar:

"Estábamos rodeados de naturaleza, teníamos agua filtrada las 24 horas, la comida era casi sin condimentos. Había españoles, argentinos y chilenos".

Además, mencionó un espacio especial cercano a la escuela:

"La escuela tiene cerca el río Ganges, donde se hacen rituales, así que era algo realmente hermoso".

Segundo mes en la India: entre la espiritualidad, el desierto y el viaje interior

Sofía continúa relatando su increíble experiencia en la India, un viaje que durante el segundo mes tomó un rumbo aún más intenso y personal. Tras recibirse, recorrió distintas ciudades durante nueve días junto a diez compañeros del curso. Luego decidió seguir su camino junto a una sola compañera más, oriunda de Córdoba, con quien compartió gran parte del recorrido y vivencias que marcaron esta etapa del viaje.

En total, Sofía visitó 17 ciudades, explorando en cada una los principales puntos turísticos, culturales y espirituales.

"Recorrimos el norte y el sur de la India con mi nueva compañera. Visitamos lugares muy espirituales y otros no tanto, pero en todos conocimos gente increíble, muy buena", relató.

A partir del 3 de diciembre, Sofía volvió a quedarse sola y eligió trasladarse a un sitio más tranquilo, en Dharamsala, buscando bajar el ritmo tras semanas de viaje intenso.

Durante su estadía también cumplió uno de sus deseos personales: adquirir un armonio, instrumento tradicional utilizado para acompañar el canto de mantras. "Fui con las ganas de comprarme un armonio y me lo compré, mientras cursaba el profesorado, la coordinadora me enseñó a tocarlo", contó. Además, tuvo la oportunidad de participar del Diwali, una de las celebraciones más importantes del país. "La coordinadora organizó el Kirtan, el festival de mantras, fue muy hermoso", recordó.

Uno de los momentos más impactantes del viaje fue la experiencia en el desierto de Thar, en Jaisalmer.

"Me dio un poco de miedo ir en la camioneta por los médanos; éramos dos mujeres y once hombres, pero estuvimos súper cuidadas. Nos cocinaron, dormimos bajo las estrellas, con los camellos de fondo, una sábana abajo y dos frazadas arriba. Fue tremendo", expresó.

Sofía destacó la profunda devoción que se vive en la India: "India es devoción, fue una locura el viaje. Hay templos uno al lado del otro, dedicados a distintos dioses, con rituales y religiones muy diversas".

Durante este segundo mes, la modalidad fue más mochilera, aunque contaron con el apoyo de una empresa de turismo que se encargaba de la organización de los traslados y pasajes. "Fue muy intenso: la gente nos pedía fotos, querían hablar con nosotros, conocimos muchísimo. La última semana ya estaba cansada y quería volver, pero disfruté cada instante", concluyó.

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