Déjenme contarles que, aquí es ¡adiós Navidad y hola Pascua! Desde el 2 de enero aparecen los Hot Cross Buns (bollos especiados con una cruz en el centro) junto con algunos adornos para decorar durante la Pascua. Se adelantan un poco, ¿no?

Antiguamente, se horneaban el Viernes Santo, lo que les confería diversas propiedades mágicas y curativas. El pan del Viernes Santo se colgaba de una cuerda del techo de la cocina, y se partían trozos y se ponían en remojo según fuera necesario durante todo el año.

La primera mención de un bollo de Pascua se encuentra en el almanaque del pobre Robin de 1733: «Este mes llega el Viernes Santo, y la vieja corre con uno o dos bollos de Pascua de un penique».

La Pascua en el Reino Unido es una época vibrante que entrelaza celebraciones religiosas con alegres tradiciones primaverales, adornada con una paleta de suaves colores pastel como el rosa pálido, el azul cielo, el verde menta y el amarillo suave, colores que evocan la delicadeza y el dulce perfume de las primeras flores. Trasladándose a las decoraciones de puertas y ventanas con preciosas coronas con huevos en estos tonos, asi como a la mesa del Domingo de Pascua.

El Viernes Santo y el Lunes de Pascua son festivos en todo el Reino Unido, lo que proporciona tiempo extra para celebraciones y viajes. A diferencia de nosotros, en Argentina, aquí no se menciona el pescado para consumir en Viernes Santo.

El Huevo de Pascua, se atribuye a la época medieval, en la cual no se podían comer huevos durante el ayuno de Cuaresma que terminaba el Domingo de Pascua, y la ofrenda y el consumo de huevos eran esenciales para las celebraciones. Especialmente para los pobres, para quienes la carne era cara y los huevos un lujo más asequible. Pero la realeza también se sumó a la iniciativa, y el registro más antiguo de un huevo de Pascua en Inglaterra data de 1290, cuando Eduardo I compró 450 huevos decorados con colores y lámina de oro y se los regaló a los miembros de su familia. En el siglo XVI, antes de la ruptura de Inglaterra con Roma, el Papa envió a Enrique VIII un huevo en una caja de plata como regalo de Pascua.

Los victorianos inventaron las tarjetas de felicitación. Los diseños de las tarjetas de Pascua victorianas y eduardianas podían ser fantásticos y francamente peculiares, pero incluso los más singulares transmiten una sensación primaveral de nueva vida, sol y esperanza en un futuro mejor.

La reina Victoria disfrutaba de la "Cacería de Huevos"de niña. El Domingo de Pascua de 1833 escribió: "Mamá hizo unos huevos muy bonitos, pintados y ornamentados, y los buscamos". Victoria continuó esta tradición con el príncipe Alberto, quien escondió los huevos en "pequeñas cestas de musgo" para que los niños los encontraran. Hoy día, esta actividad, es un momento de pura alegría. Con sus coloridos sombreros y cestas de paja adornados con cintas y motivos en tonos pastel, los niños corretean emocionados por jardines y parques, buscando los huevos de chocolate que han sido cuidadosamente escondidos entre las florecientes plantas.

Un dato curioso: Los huevos de chocolate aquí vienen vacíos, sin confites ni sorpresas dentro. Y si alguna marca incluye bombones, los trae en una cajita aparte en la base del huevo.

El cordero, acompañado de salsa de menta, es el plato más tradicional para comer el Domingo de Pascua y una de las tradiciones más antiguas. Representa a Jesús como el "cordero de Dios" y su sacrificio. Se remonta a las tradiciones judías, según las cuales se sacrifica un cordero durante la Pascua judía.

Aunque no puedo participar plenamente de algunas de estas coloridas tradiciones por no tener hijos y no poder decorar ni servir una mesa de Pascua como me gustaría, intento alegrar mi espacio con colores pastel, conejos de cerámica y bollos de Pascua. Sin embargo, una tradición que nunca me pierdo es el huevo de Pascua. Ha formado parte de mi vida desde pequeña, cuando mi padre me traía uno enorme con sorpresas y confites dentro de la Confitería Ochoa (Mar del Plata), La Perla (Tres Arroyos) o La Norma (Tandil).

Como pueden ver, si bien he incorporado algunas tradiciones nuevas, aún conservo las de mi feliz infancia, por mucho que haya crecido y me haya mudado a miles de kilómetros.