Hoy vivimos un país donde el cargo más importante no es sinónimo de nada más que ese mismo cargo. ¿Qué significa? Que el cargo no otorga la seguridad o la garantía de honestidad, honradez, capacidad, etc. Es el cargo solo.

No es el nuestro un país integrado por exigentes ciudadanos. Los argentinos "somos como la untura blanca", diría mi abuelita. "Buenos para todo, pero no servimos para nada". Quizá no tanto, pero tampoco nos esforzamos por aprender a elegir. Ni siquiera nos interesamos por conocer a nuestros representantes en los más altos cargos del Estado.

Si son políticos, como "no nos interesa la política" permitimos que el único requisito a cumplir por "el candidato" sea la "ambición de gobernar el país". Por eso nos sorprendemos después, cuando ya llegó al poder, se instaló atornillado en un sillón y no podemos moverlo porque se ampara en sus fueros. Que, dicho sea de paso, a ese poder se lo dimos nosotros sin conocerlo.

La "ambición de gobernar el país" raramente sea la única. Trae consigo "avaricia", "crecimiento económico propio", "poder en demasía" (muchos confunden con liderazgo) y todo lo que sirve para que ese hombre o mujer que "nos representa", quede al amparo de un slogan, por ejemplo, que diga "Argentina, un país con buena gente".

No solo hay que serlo, sino parecerlo...

Acá comienza a complicarse, porque por las características de país, quien gobierna no solo debe ser bueno gobernando en casa, sino también debe ser bueno gestionando en el mundo entero y, principalmente, ganándose el respeto de los representantes de otros países. Y si es posible de los más poderosos económicamente, que son los que nos van a comprar y van a negociar conforme a la confianza que nos tengan como país. Ahí no hay slogan que valga. Los gobiernos del mundo son todos "rápidos" y no van a ceder si no ven un beneficio, salvo que estén como suele pasar a menudo por estos lares, interesados en un crecimiento económico personal y ceden en lo que es beneficio personal, aunque sea perjudicial para el país.

No es novedad. Es una forma de gestionar y de trabajar que tienen hombres y mujeres que se incluyen bajo el paraguas de "...un país con buena gente", pero no lo son. Al menos no lo demuestran en "viceversa", como lo señala el título.

"La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo"

La famosa frase del Divino Cayo Julio César, hace referencia a que por la importancia que tenía en la sociedad romana la mujer del César, esta no solo debía de ser honrada sino parecerlo. Según la historia, Julio César se divorció de Pompeya Sila al poco tiempo de ser ungido emperador, porque ella asistió a una Saturnalia, orgía sexual que se permitían las damas romanas de la aristocracia en algunas oportunidades. Anunciado el divorcio, las más conspicuas matronas del patriarcado romano pidieron a Julio César la revocatoria de su divorcio ya que su esposa, Pompeya, había asistido solo como espectadora y no había cometido algún acto deshonesto. Julio César contestó: "La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo".

Así deben ser nuestros representantes en los altos cargos del Estado, en Gobierno, en el Congreso, en la Justicia, y, en definitiva, cada uno de nosotros, pero al menos en quienes son considerados "honorables". Hoy Argentina cuenta con una pobreza del 42% en su población total y si hablamos de porcentajes de honestidad, honradez y otros valores, en los altos cargos del Estado el porcentaje negativo es mucho mayor.

No tenemos "pruebas fehacientes", solo vemos a quienes deberían estar sentados ante los jueces dando explicaciones que ejercen su cargo con absoluta normalidad, y, si bien no debemos acusarlos, tampoco debemos exculparlos porque ni ellos han decidido demostrar su inocencia. Están amparados y protegidos por fueros, "cuya religión" no les permite ser enjuiciados. Cargan sí, varias acusaciones en su contra lo que hace que sea muy difícil dar cumplimiento a la frase atribuida al César. No pueden demostrar honradez.

Para el próximo acto eleccionario deberíamos tener la delicadeza de dedicarnos un tiempo prudencial para conocer origen y trayectoria de los candidatos, que serán electos legisladores y así comenzar a modificar el futuro de nuestros gobernantes, donde podamos elegir buenos, honestos, honrados y capacitados y no ser engañados por el slogan que nos dice: "Argentina, un país con buena gente".

jcantero@elfenixdigital.com