Durante los fines de semana, y especialmente los domingos, el parque se llena de vida. Motos que circulan a alta velocidad, policías que cumplen el papel de "niñeros" improvisados y grupos que se instalan por horas son parte de la rutina. Pero el uso del espacio no siempre va de la mano con su cuidado.

Vandalismo y abandono estructural. Los problemas saltan a la vista: varias mesas de concreto presentan daños significativos. En las inmediaciones de la plaza infantil, algunas están rotas y con alambres oxidados sobresaliendo, un riesgo evidente para quienes se acercan. Parte de estas estructuras deterioradas lleva meses en ese estado, cubiertas por tierra y pasto. Si bien algunos daños pueden atribuirse al vandalismo, gran parte responde a la ausencia de mantenimiento para preservar el espacio.

La escena se completa con un problema recurrente: la basura. Botellas, envoltorios quedan dispersos por el pasto al finalizar la jornada, aun cuando hay cestos señalizados y visibles. Esta costumbre de dejar el parque sucio, más que un acto aislado de descuido es el síntoma de una carencia cultural.

El Parque 9 de Julio no solo necesita arreglos, también necesita, sobre todo, que la comunidad recupere el sentido de pertenencia y el respeto por lo que nos pertenece a todos.